miércoles, 12 de octubre de 2011


Ayer topé con otro humano absurdo. Para subir a un edificio, como ya me estoy acostumbrando, hay que pedir permiso al primero que te encuentras por la calle, tras un rato de charla gilipollesca te  da permiso para entrar. Tras hacer las fotos en cuestión, resulta que el edificio es de un subnormal más peligroso que la madre que le parió: un abogado con pinta de ser el cacique de mierda que tiene controlado todo el barrio, éste si me dio miedo. ¡Qué gran hijo de puta! Con un tío así no se sabe por dónde puede salir la historia. Siempre acompañado de dos lacayos nos pidió el pasaporte y dni, respectivamente, sabía que me devolvería el documento pero lo que no tenía muy claro era en qué iba a terminar la cosa. El tío iba de absurdo en absurdo: decía que si yo era un espía, que si tenían que protegerse de los extranjeros, que porqué hacía fotos y no sé cuantas cosas más, en árabe, por lo que me enteré de lo que pude (por las circunstancias, que no por lo que decía, claro, aunque en esos casos no hace falta entender mucho el idioma) y de lo que luego me tradujo Riham.
Al final como suele pasar todo se quedó en una fanfarronería del hijo de puta este.
Hay demasiada gente chunga.

lunes, 10 de octubre de 2011

Se inauguró la expo. Algunos de los invitados a lo largo de la tarde iban llamando para disculparse por no poder asistir, ya que las calles estaban cortadas por un enfrentamiento entre el ejército y los coptos. No se podía salir del Atelier porque la policía estaba a unos 50 metros así que tocó esperar a que se despejara un poco Taalat Harb, sobre las once, me fui con la periodista con la que había estado hablando antes y me trajo hasta la mismita puerta de la argamaiya. Hoy no ha faltado de nada, un día completo del todo.
Por cierto la expo ha quedado muy bien

domingo, 9 de octubre de 2011

Bueno aquí estoy, en la habitación preparaíto pa salir y pasar todo el día en la calle, tiradídimo, pero espero poder por lo menos salir porque me temo lo peor, tengo toda la impresión que me han dejado encerrado. Tengo hambre y además me muero por un poco de agua y la del grifo no se puede beber.
Espero que de aquí a las ocho aparezca alguien pa poder salir.


He terminado de montar la expo, lo más difícil no ha sido trasladar las fotos montadas en madera que son preciosas y pesan tres pares, ni buscar la mejor ubicación, ni hacer las traducciones de los textos al árabe ni buscar los logos de los espónsores, ni comer, ni buscar agua, ni intentar que a mi amiga Riham no le diera un infarto en medio de una avenida, ni no enviar las invitaciones, sino lo más difícil ha sido hacer una fotocopia. No estoy muy seguro pero creo que he tardado cuatro horas en ir y volver a la copistería. Ha sido un día tan apurado que no he podido hacer ni una foto del proceso.
Ya está todo listo y mañana se abre a las ocho de la tarde. Pero ahora se me presenta otra cuestión dificilísima de resolver. Creo que mañana el portero de la residencia está de vacaciones y deja cerrado todo a cal y canto. Si no puedo salir, no podré asistir a la inauguración y tampoco podré pagar al del bar las "copitas" (en realidad pepsicolas) para los invitados.
La ventana de mi habitación tiene un árbol, creo que se puede salir destrepando. Mañana más.

viernes, 7 de octubre de 2011

El domingo se inaugura la exposición en el Atelier del Cairo.
¡Buenísimo!

martes, 4 de octubre de 2011

El viernes sentía en propias carnes lo que es la brutalidad de alguien que impone la fuerza bruta a cualquier tipo de razonamiento. A un sujeto con barba y galabiya blanca no le gustó que hiciera fotos en un mercado y haciendo alarde de una cerrazón propia de un zopenco me prohibió que siguiera haciendo fotos. Quería que le diera el pasaporte, la cámara en un principio y luego rectificó y sólo quería la tarjeta de memoria con las fotos. Me negué rotundamente a darle nada de nada, claro. A todo esto poco a poco se formó un cisco de padre y señor mío. por lo menos cincuenta personas a cual más borrica me rodearon y no me dejaban salir de aquél embrollo y el gilipollas de la barbita, en vista de que no le enseñaba el pasaporte, ya que yo le decía que si no era policía no lo sacaba, me agaarró por un brazo y me llevó por la fuerza animal a un callejón bastante chungo. La verdad es que el sitio no es de lo más agradable, ya que se trata de un cementerio ocupado por familias que viven en los panteones y parte del mercado está entre sus calles. Bueno la cosa es que tras forcejear, salí del callejón pero agarrado por semejante bestia. Entonces viendo que la situación no tenía salida y cada vez había más animales rodeándome, intenté llegar a un acuerdo: si venía un policía, a él sí le enseñaba el pasaporte. La solución de la mala bestia y sus cada vez más animales de compañía fue meterme en un taxi a la fuerza y llevarme  a la comisaría, cosa que era peor que peor, eso si que es meterse en la boca del lobo, vamos no les iba a servir en bandeja mi cuerpo serrano ni a ese  individuo ni mucho menos a la policía. Bueno, no pudieron subirme en el taxi porque en ese momento me transformé en un pulpo caletero y con manos, piernas y creo que con la nariz también me sujetaba de tal forma que no lo consiguieron. El taxista en vista de que ni pa lante ni pa trás en cuanto me zafé de la entrada del coche, se largó a por otro cliente menos problemático, me imagino. En fin, al final el primer zopenco de la galabiya blanca se fue él mismo a buscar a un poli y me dejó con el resto de animales para que no me escapara. Entonces fue cuando una manada de gordas empezó a empujarme y a tirarme de la correa de la bolsa del equipo, momento que aproveché para seguir la corriente de los empujones de las gordas para hacer como que me empujaban muchísimo y a cada empujón me alejaba un poco más del resto. Pensaban que me estaban humillando muchísimo y el corro de los machos se quedaba cada vez más atrás, ya solo me perseguían las mujeres, momento en el que aceleré el paso y dejé atrás esas masas informes de carne rebotante.
No fue agradable.




domingo, 2 de octubre de 2011

Estoy en un hotel con ascensor, me encanta es uno de esos antiguos de madera y con puertecitas dentro que hay que cerrar para que funcione. Además tiene la particularidad de que es un ascensor literalmente, es decir que solo te asciende, no te desciende. para descender tienes que tomar las escaleras. La razón es sencilla solo hay botón para llamarlo en la plata baja, en las demás no puedes llamarlo, ni gritando.