domingo, 9 de febrero de 2014

La escalera.

Se puede andar por una carretera toda la vida, subir por una escalera, también se puede estar inmóvil, quizás dependa de lo que se elige. Si se sube muy alto puede dar vértigo y quizás den ganas de bajar y quedarse a medio camino, más cómodo, pero ya conoces lo que hay arriba y no te puedes quedar, sabes que solo se puede seguir subiendo. Pero puede ser divertido subir y bajar, jugar por el camino, jugar a engañarse, reírse de uno mismo y con los que te vas encontrando. Te puedes sentir tan bien que quieras quedarte y olvidar lo que sabes, pero es imposible, lo dice un amnésico. No se puede olvidar, inevitablemente en algún momento tienes que dejar atrás lo que ya escalaste. En alguna extraña ocasión te acompaña alguien un tramo en la subida, pero el miedo a las alturas es poderoso.
¿Qué prefiero, marchar sin decir adiós o despedirme? Pues no sé, pero da igual, no hay nadie, lo que es cierto es que ya no te puedes engañar más y de nuevo no queda otra que dejar atrás lo que siempre estuvo atrás.
No duele. El dolor también se queda abajo, cuando se termina el juego se termina el dolor.
Hasta que quieras quedarte. Creo que me quiero quedar ya, arriba. Subir cansa.
Bueno, voy a subir a mi casa.