lunes, 28 de julio de 2008

El sábado hablé con mi amiga P. Me puso muy triste lo que le está pasando. ¿Por qué es todo tan difícil? Deseo con todas mis fuerzas que todo le salga bien y que nada le robe la alegría.

lunes, 21 de julio de 2008

Ayer llegué de Portugal con el tiempo justo de soltar el atillo, darme una DUCHA de verdad y estar comiendo pulpo romano a la gallega en la Catedral Vieja en una feria romana con Pedro Eva y Laura ¡Lo que se aprende en estas fiestas! Los euros ya circulaban y además los precios de la época eran altísimos ¡y nos quejamos ahora de la inflacción!
El viaje ha estado muy bien pero algunos campings portugueses son una guarrada. Qué mal he llevado eso de los wáteres con indicios de haber sido usados anteriormente. La ducha, sólo lo imprescindible, claro que como estaba casi todo el tiempo de playa en playa la ducha era prescindible.

El martes al llegar al Algarve me desvié por la primera carretera que encontré en dirección a la playa y por el camino me encontré con un pueblo con un castillo enorme, así que me paré a turismear. Desde luego eso de ver piedras viejas debo llevarlo grabado a fuego, porque anda que no me he tragado de menino viajes de piedra vieja en piedra vieja, creo que he visto todas las de España y parte del extranjero. La cosa es que ahí me vi, viendo un castillo del año de la Narda. Menos mal que rápidamente salí del trance y seguí camino hasta que me di contra la playa de Cacela. Para mi sorpresa no estaba llenísima de gente, la justa para estar entre humanos y no pisarse las toallas. Qué gustazo!
Era mi primer día de autismo forzoso. Resulta que no sé portugués, pero no es gran problema porque se entiende perfectamente y además mucha gente sabe español. Cuando vuelva intentaré saber algo, por lo menos que se me pegue el acento, que luego la gente de aquí espera que por lo menos sueltes algo que medio suene a luso.

Foto de la playa de Cacela:

Antes de llegar al agua se pasa por unas dunas con unos hierbajos propios de las playas con dunas que le da aspecto de sitio con muita natureza natural.

Por la noche me acerqué a Faro. Me siento en una terraza frente al puerto, donde te cobran la cerveja más cara de Portugal (cuatro veces más que la misma cerveja en cualquier otro bar portugués). La vista muy bonita pero lo mejor es saludar a los pasajeros de los aviones que aterrizan 20 metros más allá.


Bueno después del primer baño portugués seguí camino hasta que encontré un camping.

Estaba en Olhao. Al día siguiente me fui a dar una vuelta por el pueblo. Todo es como antiguo, el pueblo, el puerto pesquero, las casas, la gente.





Me busco otro camping y llego a Aljezur. Más playa.

Voy lo más al norte del Algarve, a la playa de Odeceixe, se bajan mil millones de escalones de madera y se llega a la arena de una playa nudista con el agua fría de cojones que se te encoge todo.
Luego más playa, Vale dos Homens:



Al día siguiente más playa, recojo velas y salgo. me acerco al pueblo más próximo y paso cerca del cementerio. Decido entrar. Lo veo desde la puerta y es un cementerio donde a los muertos los entirran de verdad, en la tierra, sin nichos. ¡Tumbas de verdad, cada una con su cruz, su lápida y la foto del muertecito! Vuelvo al coche y cojo la cámara.

Hay un hombre que coje sus herramientas: el pico y la pala ¿el enterrador?

Lo que pasó luego aperplejome.





¡Un profanador de tumbas!



¡Qué fuerte!



Después de aquello me fui a la playa.



Al día siguiente vi el Cabo San Vicente.


Y a los turistas

Otro día y más playa, un paseo de un playa larguísima con una niebla que no dejaba ver a tres palmos, dos horas de caminar sin nadie a la vista, solo los mariscadores entre las rocas que aparecían cuando te acercabas, cruce de saludos. Sensación de estar solo de verdad, de autismo profundo y de frío. Me voy.



Salgo en dirección a Lagos a tomarme unas cervejas. Doy un paseo por la ciudad.


Otro día y estoy en Vila do Bispo veo. otro cementerio del mismo tipo que el de Aljezur.

Por curiosidad me acerco y no me lo puedo creer:






No es que me gusten los cementerios ni los entierros ni las profanaciones, pero son cosas que pasan cuando cazoleteas por los rincones.

Nuevo día y otra ciudad. Entro en Portimāo. No me gusta y me vuelvo para España. Al salir me pierdo en una carretera secundaria que no está en el mapa, llego a un pueblo al que no quería llegar: Alvor, una especie de urbanización cerca de otra playa. Estoy harto de tanta playa, intentento salir del pueblo y me meto en una calle que me lleva rirectamente al cementerio. Entro aunque no quería ir a más cementerios. El guardián, un hombre negro, me mira con desconfianza sin decir nada, le saludo y no me contesta. Hago fotos sin ganas y me voy.

Llego a casa.

lunes, 14 de julio de 2008

Mañana me voy a Portugal, al Algarve. No tengo ganas de ir solo como otras veces, pero si siempre me lo he pasado bien viajando, esta vez no va a ser diferente. Odio los lugares turísticos y voy a uno de ellos, espero encontrar una playa en la que no haya 50 neveras por metro cuadrado. En realidad no se a donde voy, creo que es el viaje más caótico que he hecho, no sé a qué hora voy a salir, no he mirado el mapa supongo que habrá una carretera que me lleve a donde quiero, que por otro lado no sé donde está, sólo me lo imagino. Por si sirve de algo diré que me imagino que iré a un sitio donde haya una playa preciosa, pero soy realista y me la imagino llena de gente pero no demasiada, donde haya un camping cerquísima con gente simpática con la que me pueda entender aunque sea por señas. No sé portugués pero esto no sido problema otras veces que he ido, ya que los portugueses suelen ser más listos que yo y muchos saben español. En el pueblo que debe estar al lado del camping me tomaré alguna que otra cervecita fría, fría, fría. Lo mejor de todo sería que en Portugal amaneciera a las tres de la tarde para poder dormir toda la mañana en la tienda de campaña, bueno ya lo veré. Estaré hasta el domingo lo más seguro pero no lo sé todavía, si no me apetece quedarme me volveré antes.

Ayer María celebró su cumple. Hacía mucho que no los veía. A ella y Gabriel mucho pero a Giorgia y Roberto, muchísimo. A Carmen no me esperaba encontrar allí. Barbacoa, vino, 5 horas de piscina, cervecita, charla. La gente se fue marchando y al final quedamos Gabriel María Giorgia Roberto Violeta y yo. Abandoné y allí los dejé alrededor del fuego.
Hoy estoy cansado, me levanté a las 6 de la mañana y no he parado. He mandado fotos, he entregado una boda, he llevado el coche al taller y lo he recogido, he fregado, he limpiado la cámara, he ido al super, he hecho la declaración de la renta, menos mal que también he hecho cosas mejores, he hablado con Paloma, con Ana, con Pilar, he tomado unas tapas con Pedro, he preparado el viaje, he buscado lugares de Portugal en Internet. Bueno no quiero seguir haciendo cosas, mañana será otro día.

sábado, 12 de julio de 2008

Me gusta ser un niño. Por eso me gustan las montañas y el fuego. No me gusta el calor ni lo plano ni lo que tiene muchas piedras ni lo que se complica y me gusta lo simple pero no existe así que me lo invento. No me gusta que me queme el sol sólo quiero que me caliente. Me gustan las casas viejas, más que las nuevas, pero que no tengan goteras y que sean azules. También me gusta la luz, mucho. Me gusta el Sur pero soy del Norte. El Norte me gusta pensarlo. Me gusta imaginarme que cuando sea grande tendré un traje muy elegante, de esos que te hacen más guapo, pero antes quiero ser un explorador en la selva y cruzar ríos llenos de cocodrilos y pirañas y encontrarme con tribus y luchar con los indios. Cuando era un Diablo Azul me divertía y jugaba con el mar y el mar jugaba conmigo, en una ocasión se llenó de espuma para impresionarme pero yo me reí y entonces cayó un rayo y dejé de reírme.




Hace un año hice el por última vez el equipaje en Barcelona con una mezcla de sensaciones. No sabía nada, solo que quería irme de nuevo. Lo había hecho muchas veces pero ese era el último. Lo hice con una sensación de adiós y de ilusión por lo nuevo, aún sabiendo que no hay nada nuevo.






El viaje fue muy largo, más que otros muchos que hice con el mismo trayecto.






Sólo había kilómetros largos y aburridos pero de alguna manera siempre me han acompañado. Y me dormí rodeado de miles de coches llenos de gente atravesando la M40 pero me desperté a tiempo de seguir por donde iba.





En Barcelona viví y sobreviví. Me enseñaron a contar historias de cine pero es pronto para contar nada utilizando lo que aprendí. Creo que algún día lo haré.
Salí de Cádiz sin mirar atrás. Empecé la vida andando por un camino que no estaba hecho todavía. Hice un documental, di clases y las recibí. Amotiné a mis compañeros de master y por lo menos dejamos de aburrirnos tanto en esas clases absurdas de tres horas a las tres de la tarde. Terminé la escuela y me eché a la calle con la sensación que da estar en un sitio donde no conoces a nadie pero que te pertenece de alguna manera.




Y como no, ahí estaban mis queridos barbudos.


Barbudos de Gracia, Sant Antoni, del Gótico, del Raval, del Exaimple. Fueron muchas horas, creo que miles de fotografiar y conocer gente que en unos pocos minutos te contaban una pequeña parte de su vida en un mundo desconfiado y celoso del anonimato.





Cada vez me gusta menos la inteligencia y la palabra y cada vez más la intuición, la experiencia y la acción pero esto una vez más es ir contracorriente, resulta agotador ir siempre en sentido contrario. En Barcelona no tuve más remedio que volver a usar el método de la razón para vivir en un mundo que no está dispuesto a dar ninguna concesión a lo no explícito, en el fondo se trataba de construir una personalidad, esa misma que llevo desde siempre derrumbando. Pura contradicción.





Vivía con Pilar y Sergio. Mi vida en Calaluña se pueda decir que pasó entre ellos, los compañeros de la escuela, la carretera, el avión, el circo, el móvil, los episodios familiares en la distancia y los amigos de mis amigos.


Grabar el docu fue lo mejor de la época de la escuela.














Pasé dos inviernos con un frío terrible y un cielo que era gris.


En Tarrasa, cuando salía de la escuela en invierno ya era de noche, no había casi nadie en la calle y los bares estaban cerrando. Mi cama de Martorelles era fría, tenía muchas mantas por encima y por debajo del colchón. Me gustaba levantarme y abrir la ventana de mi habitación y ver el cielo como era ese día. Muchos días eran nubes lo que había pero cuando aparecía el cielo azul era realmente maravilloso.


De pronto todo empieza a decirme que es el momento de salir de allí, así que vuelvo a Cádiz con la intención que nada sea como antes y realmente así ha sido, todo es distinto. Aunque haya pasado un año ya, en realidad acabo de llegar y es como si no hubiera deshecho las maletas todavía.


Lo cierto es que han pasado muchísimas cosas.


Este año he cantado en un karaoke, bebido de un vaso al revés, con los ojos por debajo de la boca, me he puesto un hielo en el sobaco, he sido personaje de una novela, salido en un montón de fotos, empezado un diario y un blog, ha nacido el Mantel-Art, me han caducado los condones, no tengo un duro y sigo haciendo lo que me da la gana y sobre todo he tenido la suerte de que hayan entrado en mi vida unos amigos que se han llevado un cacho de mi corazoncete.
Soy más libre que nunca. Si de algo sirve cumplir años es para esto y más si siempre lo has sido. Ah! también sirve para dar menos por culo al prójimo y la prójima como diría Bibiana.